domingo, 16 de octubre de 2011

¿Quiénes somos nosotros para juzgar a alguien?

   ¿Quienes somos nosotros para juzgar a una persona y criticarla con otras personas, e incluso reírnos de él o ella?  ¿Sabemos acaso cuáles son sus problemas? ¿Cómo piensa? ¿Qué le ha pasado para que actúe de esa manera? ¿Cómo se siente ahora? 

   Tal vez a la persona a la que estés criticando tenga problemas con su familia, tal vez se sienta sola y por eso se va con unos y otros, tal vez tema amar a alguien por el daño que le hicieron en un pasado y por eso hace daño a los que intentan amarla, tal vez a esa persona la educaron de una manera y solo hace lo que ha visto desde que era pequeño. Tal vez simplemente se ha puesto una máscara para poder refugiarse en ella, tal vez se haga el fuerte y vaya de superior cuando en verdad tiene miedo, es débil y se siente el ser más pequeño e insignificante que hay en el mundo. 

   Criticamos sin saber el por qué esa persona actúa de esa manera, y es que si realmente lo supiéramos, no insultaríamos, no nos reiríamos, no la criticaríamos. Deberíamos ponernos en la piel del otro y sentir sus miedos. Porque lo más seguro es que esa persona a la que juzgamos tenga miedos que camufla para que no puedan hacerle daño recurriendo a sus punto débiles, seguramente tiene sueños que no es capaz de decir por temor a que se rían, y es que  nosotros provocamos ese miedo y no porque seamos nosotros las personas que se rían o la critiquemos, sino porque lo permitimos. Y vale que no somos el defensor de nadie, que cada uno lucha por sobrevivir en este mundo...pero hay gente que es mucho más débil y necesita que alguien sin ninguna razón ni a cambio de nada la defienda. Porque aunque no lo creas, eso marcará su vida a pesar de no admitirlo; por dentro tú serás una de las personas que le harán reflexionar sobre sus acciones. 

   Y es que no tenemos derecho a juzgar a nadie, porque errores cometemos todos,  y queremos que nos perdonen una y otra vez, no queremos que se rían de nuestros sueños, queremos sentir que alguien nos apoya a seguir luchando por lo que queremos, que alguien nos haga reflexionar por nuestro bien y nos quite el miedo a mostrarno tal y como somos, queremos sentir esa seguridad de que cuando tú te caigas, esa persona vendrá y te ayudará a levantarte una y otra vez....Queremos que alguien nos quiera por lo que somos realmente, con nuestros defectos y virtudes. Y es que todo el mundo necesita sentirse querida y apoyada aunque sea por una persona, porque no hace falta a nadie más para sentirse así. Da igual las millones de personas que exista en el mundo, nosotros solo necesitamos a una sola. 

   Un consejo: no juzgues, porque si Dios no lo hace, ¿por qué lo hacemos nosotros? Y recuerda: cada vez que critiques a alguien, ponte en su situación, en sus zapatos y analiza la realidad en la que vive. Porque solo así te darás cuenta que no tienes derecho a juzgar a absolutamente a nadie.

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Hacia dónde nos dirigimos?

   A veces lo más importante no son nuestros sueños, sino el recorrido que hemos hecho para llegar a ellos. Y es que por el camino aprendemos, crecemos, experimentamos... VIVIMOS. Los sueños, los objetivos son el fin de un trayecto, la parada de estación en la que toca bajarse. 


    En la vida cogemos muchos trenes, algunos nos llevan a nuestro destino, otros nos desvían de él, a veces no sabemos el por qué cogemos ese tren, no sabemos si nos lleva por el buen camino o por el malo. No sabemos cual va a ser la finalidad, ni siquiera si llegaremos a nuestra parada. Y es que la mayoría de las veces cogemos el tren equivocado, o nos damos cuenta de que adonde queríamos llegar no es el lugar a donde realmente queremos ir. Algunas veces podemos cambiar de tren, de hecho la mayoría de las veces, y coger el que nos encamina a nuestro nuevo destino. Pero hay otros en los que una vez te has subido no vuelves a bajar. Hay gente que no se equivoca y escoge el tren correcto, el tren que le lleva a su destino, al que desean realmente. 


   Durante nuestro trayecto conocemos a muchísimas personas, todas ellas nos aportan algo, aunque a veces nos resulte difícil verlo. A veces hay personas que siguen todo el trayecto con nosotros y nos hace el viaje más ameno, otras que nos interrumpe y hace que el tren se descarrile de la vía, otras que ni siquiera nos damos cuenta que están ahí. Muchas de las personas a las que conocemos a lo largo de este viaje se bajan en otra estación que no es la nuestra, de este modo dejamos de saber de ellas y nos encaminamos a conocer a nuestro próximo compañero de viaje. Pero hay algo que permanecerá en nosotros: lo aprendido con esas personas. Y es que absolutamente todo ser humano con el que te tropiezas en la vida te enseña algo, desde aprender a escribir, hasta amar, entre otras cosas. Lo que sucede la mayoría de las veces es que no vemos esas lecciones, no vemos lo que personas a las que tanto odiamos por impedirnos llegar a nuestra meta o aquellas otras que no creen en nosotros y en si lo conseguiremos, nos enseñan algo fundamental para soportar todo el trayecto...LA FUERZA DE LUCHAR POR LO QUE QUEREMOS. Hay otro tipo de fuerza que nos enseñan aquellas personas que queremos con todo nuestro corazón y por alguna extraña razón se van, la mayoría de las veces sin una explicación. Esas personas nos enseñan a ser fuertes cuando por dentro somos los más débiles y estamos derrotados. 


   Se podría decir que nosotros estamos continuamente subiendo y bajando de trenes para alcanzar nuestro destino, a veces nos quedamos a mitad de camino por miedo a avanzar y que otra persona nos diga que no podemos coger el tren definitivo para llegar a nuestro destino, otros ni lo intentan, y luego están los valientes que hacen todo lo posible para subirse al tren que le llevará al lugar deseado. Y es que nadie dijo que alcanzar nuestras metas fuera fácil, nadie dijo que con coger un solo tren llegábamos a nuestro destino. Tenemos que luchar, subir y bajar continuamente de un tren para logralo. Y hay algo que debemos hacer siempre... aprender, aprender de nuestros errores, de lo que nos enseñan las personas, tanto las que nos caen mal y nos ponen impedimento como los que nos ayudan y forman parte de nosotros. Y es que el objetivo de la vida solamente tiene un único sentido, cada uno de nosotros sabe cual es para sí mismo. Algunos tardan mucho tiempo en descubirlo, otros lo tienen bien definido desde muy temprana edad.



   ¿Yo? Yo sigo descubriendo hacia donde va mi vida, cual es el sentido de esta. Cada día aprendo algo, hoy he aprendido que hay que luchar por lo que se quiere, que no hay que dejarse vencer por aquellos que no se atreven a coger un tren, que hay que arriesgarse en la vida para conseguir algo, lo que realmente deseamos. Yo seguire luchando por lo que realmente quiero conseguir en la vida. Y desde luego no voy a dejar que un negado de la vida me diga que yo no puedo hacerlo, porque en esta vida no hay absolutamente nada imposible, y es que: "si yo quiero, yo puedo" . Simplemente hay que tener tres cosas claras: Hay que tener fe en una mismo y saber que lo vas a conseguir, hay que tener paciencia para soportar el largo trayecto y hay que ser fuerte para no derrumbarse durante el camino. Porque puede que no sea fácil, pero el sufrimiento y la superación de los retos que te pone la vida es lo que realmente te hace crecer como persona. Y son esas cosas las que forman parte de nosotros día a día, lo que nos forma y lo que nos enseña algo. 



   Un consejo: no dejes que nadie te diga que no puedes. Y aunque el camino sea duro, el resultado será recompensador. Así que lucha por lo que realmente quieres y sobre todo vive la vida al máximo, sin límites, simplemente disfrutando del viaje.