viernes, 17 de julio de 2015

Almas gemelas =)

Hay alguien especial para cada uno de nosotros. A menudo, nos están destinados dos, tres y hasta cuatro seres. Pertenecen a distintas generaciones y viajan a través de los mares, del tiempo y de las inmensidades celestiales para encontrarse de nuevo con nosotros. Proceden del otro lado, del cielo. Su aspecto es diferente, pero nuestro corazón los reconoce, porque los ha amado en los desiertos de Egipto iluminados por la luna y en las antiguas llanuras de Mongolia. Con ellos hemos cabalgado en remotos ejércitos de guerreros y convivido en las cuevas cubiertas de arena de la Antigüedad. Estamos unidos a ellos por los vínculos de la eternidad y nunca nos abandonarán.



Es posible que nuestra mente diga: «Yo no te conozco.» Pero el corazón sí le conoce.

Él o ella nos cogen de la mano por primera vez y el recuerdo de ese contacto trasciende el tiempo y sacude cada uno de los átomos de nuestro ser. Nos miran a los ojos y vemos a un alma gemela a través de los siglos. El corazón nos da un vuelco. Se nos pone la piel de gallina. En ese momento todo lo demás pierde importancia.


Puede que no nos reconozcan a pesar de que finalmente nos hayamos encontrado otra vez, aunque nosotros sí sepamos quiénes son. Sentimos el vínculo que nos une. También intuimos las posibilidades, el futuro. En cambio, él o ella no lo ve. Sus temores, su intelecto y sus problemas forman un velo que cubre los ojos de su corazón, y no nos permite que se lo retiremos. Sufrimos y nos lamentamos mientras el individuo en cuestión sigue su camino. Tal es la fragilidad del destino.

La pasión que surge del mutuo reconocimiento supera la intensidad de cualquier erupción volcánica, y se libera una tremenda energía. Podemos reconocer a nuestra alma gemela de un modo inmediato. Nos invade de repente un sentimiento de familiaridad, sentimos que ya conocemos profundamente a esta persona, a un nivel que rebasa los límites de la conciencia, con una profundidad que normalmente está reservada para los miembros más íntimos de la familia. O incluso más profundamente. De una forma intuitiva, sabemos qué decir y cuál será su reacción. Sentimos una seguridad y una confianza enormes, que no se adquieren en días, semanas o meses.

Pero el reconocimiento se da casi siempre de un modo lento y sutil. La conciencia se ilumina a medida que el velo se va descorriendo. No todo el mundo está preparado para percatarse al instante. Hay que esperar el momento adecuado, y la persona que se da cuenta primero tiene que ser paciente.

Gracias a una mirada, un sueño, un recuerdo o un sentimiento podemos llegar a reconocer a un alma gemela. Sus manos nos rozan o sus labios nos besan, y nuestra alma recobra vida súbitamente.

El contacto que nos despierta tal vez sea el de un hijo, hermano, pariente o amigo íntimo. O puede tratarse de nuestro ser amado que, a través de los siglos; llega a nosotros y nos besa de nuevo para recordarnos que permaneceremos siempre juntos, hasta la eternidad. 


Lazos de amor, Brian Weiss 

domingo, 5 de julio de 2015

Que difícil es ser feliz cuando todo tú eres inseguridad...

Y cuando pienso que estoy superando lo insuperable me doy cuenta de que no es así, que solo eran días en lo que todo parecía mejorar, pero no, solo era una bonita farsa... cuando menos me lo espero los miedos vuelven con fuerza, como si esos días en los que la tranquilidad y la felicidad reinaban, el miedo hubiera estado recobrando energía para volver a gobernar mi mundo...


Un día me levanto y me siento feliz, siento que los días malos son ya cosa del pasado, que no volveré a sentirme insegura, que no volveré a desconfiar de nada ni de nadie, que puedo ser feliz plenamente... pero pum, aparecen los miedos y desequilibran mi imperio, ya no sé que hacer, la cabeza me da vueltas, constantemente torturándome, sin un minuto de descanso...


Es desesperante y doloroso sentirse así, la gente se limita a decirte: "tienes que dejar de sentirte así, eso te perjudicará a ti y a los que tienes a tu alrededor"... como si yo no supiera que mis miedos están destrozando todo lo que me rodea, como si no supiera que me estoy haciendo daño sin parar... pero no es fácil cambiar ese sentimiento de odio y soledad, de miedo y tristeza, de inseguridad y celos de un día para otro, llevo años luchando para salir de este bucle de inseguridad, para ser feliz... y aquí sigo, luchando sin parar... y sé que poco a poco lo consigo, sé que estoy haciendo progresos, pero cuando me vienen los días malos, los días en los que veo todo imposible, es mejor no estar cerca mía, la tortura se vuelve parte de mi, sin cesar un segundo, da igual lo que haga que no para esa voz interior que me dice que todo lo bueno que me está pasando no durará, que es todo mentira, que no puede ser todo tan perfecto, que todo va a salir mal, que no sirvo para nada, que soy una fracasada... al principio obvio todos estos pensamientos, pero cuando llevas día tras día escuchándolos dentro de ti, terminan afectando, y lo peor es que termino no sólo haciéndome daño a mi misma, sino a los que tengo a mi alrededor, a las personas que más quiero... y me aíslo, como si eso fuera a servir de algo... ¿pero qué puedo hacer? ya no sé me ocurre nada más... necesito un cambio, necesito que la paz y la felicidad reinen mi mundo y que la inseguridad desaparezca para siempre... y lo conseguiré, lo sé, pero queda un largo camino de lucha constante... al fin y al cabo, nadie dijo que fuera a ser fácil...