Hay días que siento que el mundo se me atraviesa, se me hace bola y me impide disfrutar del momento.
Días
en los que me fuerzo a levantarme, a intentar cambiarlo, a mentalizarme que yo
puedo ganar y vencer esos pensamientos que intentan hundirme.
Trato
de entretenerme, hacer cosas que me gustan y disfruto, pero no lo consigo. Esa
angustia me acompaña todo el día, haciendo que me sienta peor por haber perdido
ese día.
Pero
me empeño en vencer y ganar. Convencida de que encontraré eso que me ayude a
salir de ese estado.
Y
finalmente lo consigo, gracias a él, a mi gata, a la música y a la escritura.
Él
me impulsa a levantarme, a no estancarme y a salir de ese estado. Algo que empezó
por una pequeña obligación como quitarme cosas pendientes que tenía que hacer, hizo que
acabara sentada delante de mi ordenador, con una página en blanco y unas ganas de sentir mientras
escribía.
Mi gatita me hace reír y me saca sonrisas con sus poses y su forma tan graciosa de
jugar. Ella con sus ronroneos sana mi corazón y hace que me olvide de todo,
sólo quiero escucharla y sentir esa paz que me produce.
La
música me sana el espíritu, hace que me transporte a otro mundo, uno lleno de
sentimientos, emociones y ganas de vivir. La música me hace sentir viva y me
inspira a avanzar, crecer y disfrutar de cada instante.
Escribir me alivia el alma y libera mi mente. Escribir me sana y transforma mis pensamientos en otros. Escribir hace que el peso que me hundía desaparezca y me sienta más libre, más feliz y con otra mentalidad.
El día empezó difícil, negro y con mis obstáculos metales. Pero finalmente he ganado, he conseguido vencer a mi mente y liberarme. Romper las cadenas de la ansiedad y sentirme en paz. Que el mundo dejara de ser una bola que se me había atascado y poder comérmelo con una sonrisa.
Escribir me sana.
La música me libera.
Mi gata me hace feliz.
Él me salva.